10.9 C
San Luis Potosí
jueves, marzo 28, 2024
Alta en whatsapp Visión Noticias

CONTROL Y MANIPULACIÓN

En no pocas ocasiones he abordado en este columna la reiterada propensión que las élites políticas de todo el mundo tienen por manipular para su propio beneficio al resto de la sociedad, primero porque pueden; y segundo porque aunque se sepan que lo hacen, pocos o casi nadie se atreve a cuestionar semejante proceder. Se lo ha visto hasta la saciedad con todo tipo de temas, lo mismo puede aquí considerar lo ocurrido con la actual pandemia, que con cualquier otro evento de trascendencia mediática en el pasado inmediato. Sin embargo, por extraño que parezca pocas veces sucede que este mismo tema se trate de manera masiva y/o de cara a la multitud y mucho menos si se lo hace de forma cómica e irreverente.

Quizá de ahí mi asombro con una película que recientemente vi y que no tengo mejor ocurrencia que recomendar por el trasfondo social que retrata, tan asombrosamente parecido como vergonzante con nuestra actual realidad. “Don’t look up” o “No mires para arriba” de Adam McKay, es una crítica dolorosamente realista e hilarante de lo que el mundo actual se está convirtiendo. Si bien se trata en lo formal de una comedia, no tiene pierde como una severa crítica al mundo de hoy, con los más idiotas a cargo de todo. Una sociedad en la que lo trivial se ha vuelto fundamental, y en la que al tiempo que las diferencias sociales se hacen cada vez más crudas, contrastantes y absurdas, la práctica totalidad de nuestros valores sociales se han vuelto una burda caricatura de lo que alguna vez fueron, porque todo se suaviza, –al punto de la estupidez–, en aras de lo políticamente correcto.

Vale la pena mirarla con ojo de severa autocrítica, porque aunque es un hecho que la mayoría terminará riendo a carcajadas, ya que la historia que cuenta está plagada de situaciones chuscas y comunes, no es menos cierto también que el retrato que ofrece debiera causarnos algo de incomodidad, por la fidelidad con la que refiere los más groseros absurdos de nuestro mundo.

Un mundo terriblemente desigual, en el que la híper realidad de las redes sociales y el propio internet, –saturado de contenidos basura–, termina importando más que la realidad misma, mientras el mundo frente a nuestras narices se va literalmente a la mierda, pero a pocos o nadie le importa, porque todo se cuela por el termostato de tendencias de opinión banales y de gobiernos carentes de un mínimo de sentido común y responsabilidad social, pero que no son sino el reflejo de la sociedad que los ha llevado al poder.

Mientras una minúscula élite mundial que nos manipula, hace con la vida del resto del planeta lo que le da la gana, sólo porque puede y le beneficia, –lo que se ve es tan dolorosamente real, como absurdo–, cual si en vez de una película viéramos un retrato aumentado del mundo que hoy vivimos.

Si bien quisiera decir que la película retrata una distopía de lo que el mundo podría llegar a convertirse, la gran realidad es que no se trata de una alusión al mundo que podría llegar a ser si seguimos por donde hasta ahora vamos, sino de lo que ya somos: una sociedad en decadencia, donde la estupidez colectiva y la codicia, resultan los valores universales más celebrados, todo para conveniencia de una élite, cuya realidad privilegiada, resulta siempre muy ajena al resto del mundo.

Es cierto, no pocos podrán pensar que resulta un tanto improductivo ponerse a pensar sobre el contenido de una película y más si esta está hecha con el firme propósito de poner en ridículo el modo de vida que actualmente predomina, empero el retrato que de nuestra actualidad hace resulta tan dolorosamente fiable, que sería un auténtico desperdicio no verla. Después de todo buena parte de lo que en la propia vida pública del mundo ocurre se alimenta tanto del control de las percepciones, como del uso utilitarista de las mismas para beneficio de una minoría.

No hay por disgustante que nos pueda parecer, nada nuevo bajo el sol con la desgracia de vivir en un mundo donde los menos manipulan a los más para su comodidad y/o beneficio. Lo que es más, si somos sinceros habría que decirse que la gran realidad es que todo en cuanto a menesteres de poder se reduce al control de las percepciones, (las más de las veces sobre banalidades y cosas sin la menor trascendencia), y no hay nada más eficiente en términos de percepciones, que el terror psicológico o la manipulación de las emociones. De ahí que la práctica totalidad de la historia mundial en las últimas décadas pueda resumirse en una recurrente oscilación entre estados de terror masivo que son en distinta medida atenuados rutinariamente por estados de euforia colectiva, felicidad y/o esperanza.

Estados todos gestados en los grandes centros del poder mundial, por élites sin escrúpulos y absurdamente frívolas, cuyos mandamases poco o nada tienen que ver con los hombres que públicamente se reconocen como la cúspide del poder político y/o económico mundial. Que no son otra cosa que simples prestanombres o gerentes corporativos de quienes verdaderamente mueven los hilos del poder mundial. Al final resulta que todos, incluidos los aspectos más insospechados de nuestra cotidiana realidad están en manos de quienes desde las sombras lo deciden todo.

Para ellos el resto de los habitantes del planeta no somos más que números o estadísticas que controlar, y no dudarán en mostrar su cara más amable o desagradable según les convenga y/o midan a aquellos especímenes del género humano cuya originalidad o excepcionalidad pueda reportarles un beneficio. Lo que hace de continuo que tales personas terminen convertidas rutinariamente en ídolos de multitudes acríticas y carentes del más elemental sentido común, a las que con cualquier cosa se les mueve.

Para el resto ya tienen diseñada una existencia aciaga y miserable calculada hasta el más mínimo detalle desde el nacimiento, hasta la muerte misma. Y lo tienen tan milimétricamente establecido al dedillo desde muchas generaciones antes, siquiera que cada uno nazca. Que si alguno osara cuestionar semejante orden o lo pusiera en riesgo, sencillamente lo eliminan.

Y aunque no hay de momento en el mundo una amenaza tan inminente como la que esta película refiere, no es menos cierto que el mundo de hoy está plagado de cualquier cantidad de problemáticas, producto todas de nuestros excesos sobre el equilibrio ecológico del planeta, sin que a la gran mayoría le caiga –como se dice– “el 20” de lo ello significa, por la sencilla razón de que a dondequiera que se mira estamos sobre saturados de contenidos basuras y/o tendencias de monda francamente banales, cual si todos en el mundo tuviera su propia supervivencia tan asegurada como para darla por descontado.

¿Cuál es entonces es entonces el giro singular de esta película, y sobre el pocas veces nos hemos detenido a pensar? La historia refiere a la existencia de una sociedad en la que pese a que los menos manipulan a la mayoría. Estos no son ni de lejos más brillantes que la sociedad sobre la deciden, de ello el mundo está virtualmente a cargo de los más idiotas. ¿Qué esperar de un mundo semejante? Por como está el mundo hoy, es probable que no tengamos porque esperar mucho para terminar comprobándolo en carne propia. Pero en fin, no le cuento más al respecto, sólo le invito a mirar esta película y que cada cual saque sus propias conclusiones, quizá pueda ofrecer a muchos la ocasión de preguntarse la clase de sociedad que hemos ido haciendo en los últimos años. Lo cual no sería nada despreciable como inicio de este nuevo año 2022.

Te puede interesar

ültimas noticias