LA REFORMA AL PODER JUDICIAL. EL DEBATE ES POLÍTICO Y NO JURÍDICO.
Allí, en las escalinatas del edificio del Poder Judicial de la Federación de la Ciudad de México, están en paro los trabajadores de esa instancia.
En esa misma escalinatas, pero en el año 2007, estuvimos miles de trabajadores de la educación llevando cajas y cajas de expedientes que contenían la solicitud para que la Suprema Corte amparara a más de dos millones de trabajadores al servicio del estado encuadrados en 237 mil amparos en contra de la nueva Ley del ISSSTE promulgada por Felipe Calderón y votada por el PRI y el PAN, secundados por los legisladores del Verde y Nueva Alianza.
El desenlace de esa historia es conocido: la Suprema Corte rechazó la protección de nuestros derechos vulnerados.
La misma historia se repitió en 2013 con la mal llamada reforma educativa promulgada por Peña Nieto: los jueces sobreseyeron y negaron el amparo del Poder Judicial a los quejosos.
¿Cómo votaron los legisladores la reforma a la Ley del ISSSTE?
En la cámara de diputados 313 a favor, 146 en contra y dos abstenciones.
En la cámara de senadores 73 a favor y 28 en contra.
¿Cómo votaron los legisladores la mal llamada reforma educativa?
En la cámara 424 diputados votaron a favor, 39 en contra y 9 abstenciones; en la de senadores 113 a favor , 11 en contra y 4 abstenciones.
¿424 diputados de la derecha en 2013 y se escandalizan porque Morena y aliados sumarían 364?
¿113 senadores de la derecha en 2013 y se espantan porque Morena y aliados tendrían 83 apenas?
Aquellas mayorías calificadas de diputados y senadores, y esas resoluciones de la Suprema Corte sí gustaban a los oligarcas nacionales (que no nacionalistas).
Usaron sus mayorías en las cámaras para atropellarnos y a los ministros para dejarnos desprotegidos.
Las protestas fueron combatidas con violencia: despedidos, golpeados, encarcelados y hasta muertos.
De los tiempos de Calderón y Peña llegamos a los de López Obrador y Sheinbaum, rigiendo la ley del péndulo que, oscilando entre extremos opuestos, hoy apunta en favor de las causas populares.
Aquellos días, aciagos para la clase trabajadora, los medios no hablaban de dictaduras ni de atropellos.
Millones en 2018 y en este 2024 se las cobramos; los aplastamos.
Arrancamos el Poder Ejecutivo de los gerentes del PRI y del PAN, de los presidentes gerenciales.
Arrancamos el Poder Legislativo de la partidocracia, de los levanta dedos, de los diputadetes y senadorsetes tricolores, blanquiazules y amarillentos en extinción.
Decidimos quitarnos de encima a una clase política símil de garrapatas y otras sanguijuelas hematófagas.
Toca turno al Poder Judicial que no está exento del artículo 39 constitucional que señala que todo Poder dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.
Pero nos dicen que “un dictador” busca terminar con el equilibrio entre poderes y, quienes integran el Poder Judicial, desde ministros, magistrados y jueces, hasta los trabajadores, juran que defienden la independencia de ese poder.
Independencia, a su entender, del presidente López Obrador, ocultando que en realidad quieren mantenerse independientes de la soberanía popular, totalmente autónomos para seguir con sus vicios de corrupción, influyentismo y nepotismo, sin dar cuenta de nada y a nadie.
Creen que si el pueblo vota por los ministros, quienes sean elegidos estarían a las órdenes del presidente en turno; por lo pronto de la presidenta electa.
Al día de hoy son 11 ministros: 4 fueron propuestos por Calderón, 2 por Enrique Peña Nieto y los 5 últimos por López Obrador.
Cada uno de los 11 ministros ejercen el cargo durante 15 años.
Para el 1 de diciembre de este año terminaría Luis María Aguilar (propuesto durante el calderonato) y Claudia Sheinbaum propondría a quien le sustituya, mismo que, sumado a los 5 ya propuestos durante el sexenio de AMLO harían una mayoría de 6 ministros propuestos durante esta Cuarta Transformación.
Para el 10 de febrero de 2026 saldría el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo (propuesto durante el calderonato) y entraría un nuevo ministro propuesto por la Doctora Sheinbaum para sumar una mayoría de 7 de los 11.
Para el 3 de diciembre del 2027 saldrían dos ministros más propuestos durante el calderonato: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Alberto Gelasio Pérez Dayán.
Sumarían para entonces 9 ministros de los 11 que habrían sido propuestos por la dupla AMLO-Claudia, siendo los dos únicos sobrevivientes del prianato Norma Piña y Javier Laynez Potisek, propuestos por Peña Nieto.
De seguir la elección de ministros como lo marcan las leyes vigentes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tendría una inmensa mayoría de ministras y ministros avalados por el morenismo y sus aliados.
Así pues, no se quita nada a la oposición que no esté ganado ya para los partidarios del obradorismo; al contrario: se está entregando esa potestad al pueblo.
“Pero no es asunto de popularidad” afirman los hoy protestantes de un ayer donde se le cargaban las pulgas al perro más flaco; ¿cómo se les ocurre que el pueblo vote?
Y entonces ¿quién ha estado votando las propuestas de los presidentes todo este tiempo?
Pues el presidente manda una terna a los senadores y éstos votan por mayoría calificada; ah, pero si no se ponen de acuerdo entonces se aguantan y el presidente en turno decide al nuevo ministro.
Así que los nuevos ministros se nombraban de acuerdo a la voluntad del presidente en turno y, ya entrando en la negociadera, por cuotas partidistas.
Ahora se trata de democratizar el procedimiento y, en lugar que el presidente proponga tres para que el Senado decida por uno, se busca que inicialmente el Poder Ejecutivo (el presidente en turno) haga 10 propuestas, el Poder Judicial (los ministros de la Suprema Corte) propongan a 10 aspirantes y el Poder Legislativo (diputados y senadores) proponga 5 aspirantes por Cámara.
Y no a cualquiera podría proponer cada uno de los tres Poderes, pues se han considerado requisitos como una evaluación previa y una posterior para todos los cargos realizadas por tres órganos de evaluación (uno en cada Poder) que van a revisar los expedientes de cada aspirante y quienes tienen cargos al día de hoy podrán presentarse también para repetir sin ninguna restricción o para aspirar a otro cargo y sin necesidad de evaluaciones como el resto.
En un medio tan corrompido y penetrado por prácticas de influyentismo y nepotismo resulta hasta normal que los de mero abajo del Poder Judicial teman al futuro acostumbrados a padrinazgos y agarraderas que los impulsen más allá de sus propios derechos.
Si los Senadores son representantes del pueblo y han sido ellos a los que presentan sus propuestas los presidentes en turno, mejor que diputados, senadores, ministros y presidentes, le presenten a los ciudadanos las propuestas para que decida la ciudadanía y ese Poder también dimane del pueblo y se instituya para su beneficio.
En el pasado nos batearon las instancias de justicia, y hoy, el pueblo empoderado está en proceso de regresar el favor.
Ni modo: no puede haber ningún Poder divorciado del pueblo.