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jueves, marzo 28, 2024
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LA DIVISIÓN DE PODERES Y EL GENERAL OMNIPOTENTE

Cuando creíamos haber llegado al máximo de la polarización social, el gobierno federal nos vuelve, más que a sorprender, a preocupar y como consecuencia de ello, a encender todas las alarmas inherentes a la vida pública nacional.

El discurso de los militantes de la cuarta transformación, tanto en funciones partidistas como en las concernientes a los espacios de poder que ocupan dentro de la administración pública, es muy infortunado en el sentido de que quienes votaron en contra de la militarización de la Guardia Nacional, no deberían solicitar su presencia como apoyo en el combate a la delincuencia organizada.

Hoy vivimos en un país militarizado bajo el yugo de sus generales, pues el poder fáctico que se les ha otorgado al ponerles en las manos el control de la «policía»; las comunicaciones terrestres, marinas y aéreas, teniendo a su cargo el manejo y administración de puertos, aeropuertos y vías terrestres; las aduanas; e incluso la construcción de infraestructura gubernamental, es excesivo y los coloca en la cúspide del esquema de los poderes en México, incluso de los tres formales: Ejecutivo Legislativo y Judicial.

Recordemos que el Ejército se disciplina con su comandante supremo sin importar el color del partido que lo llevó al poder; la obediencia ciega hacia sus superiores es la fortaleza de México, pero otorgarles privilegios extraordinarios los torna sumamente peligrosos. Una vez que termine el mandato de López, le serán fieles a quien lo suceda, pero con un enorme poder que será en extremo complicado revertir, y regresarlos a sus cuarteles para que solo sirvan en tareas de defensa de la soberanía nacional y ante desastres naturales, es una tarea que hoy no se advierte nada fácil.

Resultan alarmantes sobre todo dos actos protagonizados por el secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval González, que dan indicios de que las fuerzas armadas se están preparando para asumir el control del país, mismos que los poderes civiles deberían atender de manera especial y urgente.

El primero sucedió en el Castillo de Chapultepec el 13 de septiembre pasado, con motivo de la conmemoración de la gesta de los Niños Héroes, cuando en su discurso el general vertió frases que atentan contra la libertad de los derechos civiles, pero sobre todo contra las obligaciones y facultades de los congresistas nacionales, al externar comentarios ajenos a su competencia y que son atribuciones exclusivas de los civiles, específicamente de los poderes Ejecutivo y Legislativo, ya que el Judicial se limita a los asuntos jurídicos y de carácter sancionatorio.

El secretario castrense Sandoval González, textualmente declaró: La desunión de los mexicanos generada por la diferencia de intereses nacionales solo allanaron el camino a amenazas externas que afectaron y pueden afectar nuestra soberanía. Quienes integramos las instituciones tenemos el compromiso de velar por la unión nacional y debemos discernir de aquellos que con comentarios tendenciosos, generados por sus intereses y ambiciones personales antes que los nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país”.

No cabe duda de que esta declaración representa una intromisión flagrante a la vida democrática del país y una clara desviación de sus funciones para penetrar al Poder Legislativo, ya que al parecer el Ejecutivo y una buena parte del Judicial, están bajo su control. En otras palabras, es un claro asalto al poder, algo así como un “suave” golpe de estado.

El segundo acto de desacato a los poderes formales del país, ocurrió cuando el Senado lo convocó a comparecer para rendir cuentas sobre el estado que guarda la Secretaría de la Defensa Nacional en todos sus rubros y encomiendas. A esta convocatoria, el general respondió con una condición: que se realizara en las instalaciones militares; esto fue un acto intimidatorio y a todas luces una exhibición de poder para dejar claro que es él quien pone las condiciones y que en lo sucesivo las cosas serán como él lo indique.

La reacción del Senado fue enviarle una carta de extrañamiento firmada por el presidente de la Comisión de la Defensa Nacional, Higinio Martínez Miranda, informándole la imposibilidad de atender su petición, ya que no se trata de una invitación, sino de una obligación acudir ante la Honorable Cámara porque así lo establece la ley, agregando que el incumplimiento de ese deber representa violentar la Constitución y desacatar al Poder Legislativo en su facultad de convocarlo.

Pues bien, el desenlace de esta verdadera tragicomedia, es que el general reiteró su negativa a acudir, por considerar ofensivo el llamado a su persona a comparecer, todo esto solapado, pero sobre todo avalado por el Presidente de la República.

El discurso del general Sandoval, criticando a los opositores de la militarización y la negativa al exhorto a comparecer, son los mensajes más peligrosos emitidos en la materia, en la historia moderna de México.

Definitivamente, el general no desea contrapesos a su recién adquiridos privilegios omnipotentes.

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