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viernes, abril 26, 2024
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“Que el recuerdo de nuestro pasado nos haga fuertes”

Al concluir nuestros estudios profesionales, damos vuelta a nuestra vida y nos preparamos para tareas mayores según nuestros propios propósitos. No es de extrañarse de que muchos no sepan que es lo que van a hacer y de que se trata lo que sigue, pero todo esto, está relacionado con el mayor o menor esfuerzo que se haya puesto durante la etapa de estudiante.

En mi caso como ya lo comente en mis 2 colaboraciones anteriores, entable una lucha constante por superarme y deje el camino abierto, para que otros compañeros carteros o postales, pudieran también hacer el esfuerzo por buscar un mejor futuro, mediante el estudio.

De todos los que lo intentamos, fui el primero en concluir una carrera que es la de Contador Público y Auditor y gracias a ello, nunca me falto trabajo.

Posteriormente a lo que comento, diversos compañeros siguieron mi ejemplo y dentro de ellos, puedo citar a los siguientes; Lic. Saturnino Salazar Castillo, quien se jubiló como empleado postal y posteriormente como Agente del Ministerio Público del Fuero Común; Lic. Nicolás Esparza Hernández-finado-, quien también se jubiló y posteriormente fue Catedrático de la Universidad Autónoma Potosina, habiendo sido Director de una Preparatoria, antes de que estas desaparecieran; C.P. Carlos Martínez Ovalle, -finado- quien se jubiló como Postal y después como Maestro de Enseñanza Media: C.P. Salvador Lamas, a quien le perdí la pista; C.P. Nahúm Alonso,-finado- quien se desenvolvió en el giro de bienes y raíces y el Lic. Jorge Daniel Hernández Delgadillo, que en sus inicios fue Cartero, pero ya como profesionista ha desempeñado cargos públicos de primer nivel en el gobierno del estado como han sido: Oficial mayor: Secretario General de Gobierno; Procurador General de Justicia, Subsecretario General de Gobierno y actualmente, volvió a ocupa el cargo de Secretario general de Gobierno en esta administración que está por concluir.

Por mi parte al terminar mis estudios, presente de inmediato mi renuncia a la plaza de Auxiliar Postal “O” que tenía en esos momentos un sueldo mensual de $1,200.00, que era con el que Vivian muchos compañeros y sus familias. Muchos de ellos me decían: Zuñiga no seas pendejo, pide nada más una licencia por 6 meses y si te va mal regresas a tu plaza. A lo que yo contestaba: No estudie para estar toda la vida haciéndome aquí buey, yo deseo progresar.

Recuerdo que en la Facultad, el 80% de los alumnos habíamos reprobado con el C.P. Marcelo de, los Santos Fraga, la materia; Estudio Contable del Impuesto, que era la única que me faltaba para terminar la carrera y poder solicitar la “Carta de Pasante”.

Durante 10 días, a mañana, tarde y noche, me puse a estudiar con verdadera entrega y era tanta mi confianza, que invite a dos compañeros con los que siempre hice ronda: Manuel Rodríguez Romero y Fernando Escobedo Palomino — -finado-a festejar por anticipado el buen resultado. Me los lleve, porque yo era el que los sonsacaba y también el que pagaba por tener ingresos de trabajo, a un bar que se encontraba en el Jardín de San Francisco que se denominaba “El Banco”. A ese lugar concurrían grupos musicales, uno de ellos integrado por personas de la tercera edad. Uno tocaba la guitarra, otro el violín, uno más el contrabajo y el ultimo el saxofón. Ellos me acompañaban muy bien las canciones que a mi jefecita le gustaban mucho: Dios nunca muera, Mañana, Rosalía, Club Verde, Sobre las Olas, etc., etc. y me convertía yo en un Pedro Infante cualquiera.

Pero otro día, el examen era a las 7.00 de la mañana con los Maestros: C.P. Marcelo de los Santos Fraga, C.P. Luis García Julián y C.P. Guadalupe Rodríguez
Y ahí estuvo el problema, era tan fuerte la cruda, que no podía ni siquiera escribir, mucho menos hacer operaciones matemáticas como sumas, restas, multiplicacio- nes, etc., etc., y aun cuando el procedimiento seguido era el correcto, el resultado no y este, era el que contaba para calificar.

Pero no soy de los que se dan por vencido y de inmediato me presente mediante escrito ante el Consejo Universitario y señale que el día que hice mi primer examen a Titulo de Suficiencia: “verdaderamente me sentía mal”. Para nada dije que andaba crudo. Pedí que de inmediato se me fijara una nueva fecha y a la semana ya estaba presentando de nuevo dicho examen y lo aprobé con calificación de 9 NUEVE. Por cierto que antes de esto, el Maestro García Julián, me indico que por lo menos me esperase un mes y me preparase mejor. A lo que le conteste que mi falla había sido de números y no de procedimientos.

Dos días después de lo anterior, me encontraba ya en México, pasando exámenes muy minuciosos en la S.H.C.P., y todos los compañeros que fuimos a buscar trabajo fuimos aceptados. Recuerdo que grupos de 50 o más que iban de Facultades de Contaduría de Morelos, Estado de México, Puebla, etc., etc., ni en 3 ocasiones aprobaban los exámenes que les ponían, los cuales eran muy meticulosos y duraban 3 días seguidos de las 10.00 a las 14.00 horas.
Esta dependencia de la S.H.C.P. ocupaba del primero al quino piso, de un edificio que se ubicaba en Lorenzo Boturine y Diagonal 20 de noviembre, de la Colonia Obrera en el D.F. Recuerdo que en la planta baja del mismo, se ubicaban las Oficinas Federales de Hacienda Números 18 y 19. Recuerdo que en el primer mes realizamos actividades triviales e intrascendentes, pues fuimos comisionados en el Archivo General de la Dependencia, en donde teníamos que localizar expedientes de los contribuyentes conforme a su R.F.C. De tal manera que durante todo el horario de trabajo, cargando una escalera para todos lados, teníamos que bajar los expedientes que nos eran solicitados.
Como al tercer mes de mi ingreso, se presentó un incidente que me hizo cambiar de planes con respecto al trabajo que venía desarrollando. La entrada a esta dependencia: Auditoria Fiscal federal, era a las 8.00 de la mañana y se tenía que pasar la tarjeta de asistencia por un reloj checador que estaba colocado a la entrada, haciendo la aclaración pertinente que se daba una tolerancia de 10 minutos para checar dicha tarjeta, pues estas eran recogidas y puestas hasta el día siguiente: En consecuencia, sino se cumplía, se tenía ya falta por ese día.
El trabajo era sumamente tedioso y aburrido esto motivo que empezara a buscar otro trabajo, principalmente en la Dirección General de Vigilancia de Fondos y Valores, que se ubicaba como a media hora caminando y a donde iba continuamente, pero siempre se me decía que volviera después. Lo cual no me desanimaba pues estoy acostumbrado a no claudicar.
A finales del mes de marzo de 1970 y después de checar mi tarjeta de asistencia, antes de salir a la calle a buscar donde desayunar, me dirigí a uno de los baños que había en cada piso. Al entrar observe que una persona vestida con elegancia, se lavaba minuciosamente las manos y luego se peinaba con empeño el copete al estilo Elvis Presley. Un sujeto corpulento que entro en forma abrupta, de un empellón lo aventó abusando de su físico y diciéndole agresivamente: “Quítate cabrón, aquí no es salón de belleza, tu haz de ser provinciano no sé a qué chingados vienen aquí, se habían de quedar en su rancho”.
Aquello me ofendió lo suficiente, porque yo también soy provinciano y en Distrito Federal, todos en general se sienten superiores a quienes vamos de provincia, De tal manera que intervine en forma mesurada. Pero aquel sujeto pretendió a mí también agredirme y con la mano derecha extendida me la puso en la cara tapándome los ojos y la nariz. Mi reacción inmediata, fue aventarle un puñetazo que se lo plante entre cejas y nariz, viniéndosele de inmediato una copiosa hemorragia que pretendía pararse echándose agua de uno de los lavabos y amenazándome me dijo: No sabes con quien te metiste cabrón, no solo te voy a dar una madriza, sino que también voy hacer que te corran. Yo me retire de inmediato y me fui al archivo en donde estaba comisionado.
Al día siguiente, como as 12.00 horas escuche en una de las bocinas, que mencionaban mi nombre, diciendo que me presentara con un Contador de apellidos Pérez Tenorio quien era Jefe de uno de los Departamentos de aquella dependencia. No miento si digo que sentí cierto resquemor, por lo que había pasado el día anterior, pero pensé que lo más que me podían hacer “Era correrme Y eso no me quitaba ni el sueño”
Me presente ante el funcionario citado, que por cierto fue muy amable, pues hasta ordeno a su Secretaria que me sirviese un café y mientras tanto platicamos sobe nuestros respectivos orígenes. Al concluir nuestra plática, me dio una tarjeta y me dijo pase al cuarto piso con esta persona sin mencionar ¿para qué?
De inmediato hice lo que se me había indicado y mi sorpresa fue mayúscula pues el C.P. Carlos Benjamín Ramos Díaz era la persona por quien había yo intervenido el día anterior a quien le dio mucho gusto al verme, procediendo a presentarme a 9 personas que eran mujeres pero todas profesionistas, quienes me recibieron con mucho gusto, pues el con anticipación había contado ya el incidente.
Desde ese día se estableció entre nosotros un verdadero compañerismo y todas me felicitaron porque el sujeto del incidente tenía fama de ser “ojete y abusivo”. Todas mis hermosas compañeras eran de estados vecinos al Distrito Federal procedentes de buenas familias y de recursos económicos suficientes para darse los gustos que deseaban. Todas ellas habían viajado al extranjero en ciertos momentos de sus estudios, pero además todas eran casaderas no cazadoras.
Cada 15 dios, habían establecido un “miércoles social”, los primeros dos logre escabullirme pero después, al tercero, con palabras muy serias me dijeron que no las anduviese cortando, que que me habían hecho o que si me caían mal. A lo que les conteste, que no me sentía a gusto, no por ellas sino porque yo no traía más que para el camión y no estaba en condiciones de gastar lo que no tenía y que por otra parte en esa dependencia se tardaban hasta cuatro meses en pagar. Todas querían hablar al mismo tiempo y acordamos que cuando a mí ya me hubiesen pagado me tocaría corresponder lo conducente. Pero también acordamos, o mejor dicho “acordaron “que cada que salieran en grupo a sus lugares de origen, yo no me iba a separar de ellas, que ellas se ocuparían de mis gastos en tanto yo no recibiera mis percepciones.
De esta manera las acompañe 3 veces a Cuernavaca Mor. Hospedándonos en las casas de las 3 compañeras que eran de ese lugar; 2 en Cuautla, Mor, bajo el mismo esquema; 2 en Jojutla, Mor; 2 en Chilpancingo Gro y 3 en Acapulco, Gro.
En cierta forma y lo digo con satisfacción el ser un: “hombre de mundo” me daba muchas tablas, pues me acostumbre a hacer las cosas de la mejor manera posible por ejemplo: Aprendí a Declamar y en reuniones a las que me invitaron, ellas mismas me pidieron “Declamar” también le hice al canto y creo que lo hacía bien; aprendí a bailar al estilo “Salón los Ángeles” en el D.F. y en 2 ocasiones, pese a que las podía considerar como niñas de sociedad, se divirtieron bastante, bailando todo lo que quisieron y sin haberse tomado ni si quiera una cerveza. Aclarando, para evitar digresiones de pensamiento, que en aquel Salón que todavía existe, no se vendían bebidas alcohólicas de ninguna naturaleza.
Todo lo que empieza termina.
Como dice la canción inolvidable que hizo un éxito en su momento Víctor Iturbe, el famoso “Pirulí”. Aquello también tenía que acabar.
Yo me sentía cansado de aquel ambiente. Vivía en Tlatelolco, un primo hermano me invito a ocupar una recamara que estaba sola, lo único que tenía que comprar era una recamara y en la mueblería “Viana y Compañía” compre en oferta una cama King Sie que ocupaba casi todo el espacio y el buró que tenía que dejar por fuera porque no cabía.
Mi primo era Inspector de Normas de la Secretaria de Industria y Comercio y en todos los bares y restaurants del rumbo de la plaza de Garibaldi tenía muchos amigos, pero sobre todo “amigas”.
Cerca de esta plaza de Garibaldi, existían muchos salones cabarets en donde infinidad de mujeres bailaban cobrando $1.00 un pesito por pieza. La mayoría de ellas eran muchachas jóvenes, que por lo regular no Vivian de la prostitución, claro que tenían sus padrotes que las explotaban, pero ese es otro boleto.
Como consecuencia de vivir en aquel ambiente conocíamos a muchas mujeres que habían hecho mucha amistad y confianza con mi primo y había 2 grupos diferentes que inclusive, provenían también de dos salones diferentes. Ellas se habían acostumbrado a visitarnos una vez al mes y se quedaban por lo menos 10 días. Durante su estancia nos lavaban y planchaban la ropa, tendían camas, barrían y trapeaban y nos hacían de comer. Pero lo cierto es, que llegaban después de la una de la mañana, todavía a platicar, cantar y bailar si venían enfiestadas y quien creen que era el cantante: P0S YO Y SI UNO SE NEGABA SALIAN CON QUE “YA NO VA HABER DE AQUELLITO”. En mi cama cabían 5 de ellas, de tal manera que nunca estaba solito. Lo malo es que empezaban a dormirse por aquello de las 5.00 de la mañana.
Yo me levantaba a las 6.30 A.M. tomaba un baño y a la carrera abordaba un trolebús que pasaba por enfrente de Relaciones Exteriores. Ahí fue cuando comprobé que uno se puede quedar dormido agarrándose de las correas que llevan estas unidades.
El segundo grupo arribaba por el día 20 subsecuente y pasaba lo mismo que ya he relatado.
CONCLUSI0N: TODAS ESTAS DAMAS NOS VISIABAN EN LA FORMA QUE LO HE DICHO PORQUE ERA UNA FORMA DE AHORRAR Y MANDAR DINERO A SUS FAMILIAS. POR ESO TRATABAN DE GASTAR LO MENOS QUE FUERA POSIBLE sobre todo en HOTELES
Todas estas situaciones originaban que estuviese siempre estresado, por falta de sueño, desveladas continuas Y sobre todo MUCHO CUCHI CUCHI.
En el mes de setiembre de 1970 recibí mi oficio de Comisión en donde se me notificaba que pasaba comisionado a la Séptima Delegación de Vigilancia de Fondos y Valores, con residencia en Veracruz, Ver.
Continuara en la siguiente Aportación.
PROCESOS DE ENTREGA RECEPCION.
En mi próxima colaboración abordare el tema citado, en donde expondré todos ls vicios que se presentan en este tema, en donde ni el estado ni los municipios dan cuenta cabal a este ordenamiento, porque por lo menos aquí en nuestra entidad, no obstante que la Ley de la materia, señala la obligación de informar a la sociedad civil el estado en que se entregó y recibió las Administraciones Estatal y Municipales (58 Mpios) ninguna autoridad da cumplimiento a lo dispuesto.

De tal manera que pronto me v involucrado en aquel incidente

Eduardo Zuñiga Sánchez
Eduardo Zuñiga Sánchez
Contador público y auditor por la U.A.P. Cuenta con amplia experiencia en la administración de recursos financieros, humanos y materiales, sobre asesoría, consultoría, análisis y contabilidad general, auditoría financiera y fiscal, se ha desempeñado tanto en el servicio público como en la iniciativa privada y académica.

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