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MI PLANTA DE NARANJA LIMA

Mi Planta de Naranja Lima es un libro de José Mauro de Vasconcelos que se puede sintetizar como enternecedor, en el más puro significado de la palabra. Lo retomo en esta ocasión para considerarlo como una lectura obligada para el desarrollo humano del servidor público.

A lo largo del libro, el lector tiene la necesidad de regresar en el tiempo y buscar en su pasado aquello que le permite descubrirse a sí mismo, no solo para conocerse más, sino tal vez para empezar a comprenderse y entender el mundo que lo rodea. Esa es la parte que resulta de utilidad para el servicio público, encontrar la sensibilidad social.

Para leer este libro debes buscar en tus recuerdos:

  • Quién te enseño a cruzar la calle.
  • Qué admirabas de tus padres y hermanos.
  • Quiénes eran tus amigos, tus vecinos, tus maestros, y qué trato recibías de ellos.
  • Cuáles fueron tus regalos navideños.
  • Cuáles fueron tus más graves travesuras.

Tal vez, a lo largo de la lectura el servidor público puede replantearse los temas de comunicación efectiva, solidaridad, justicia.

Para leer este libro debes buscar en tus recuerdos:

  • Cómo aprendiste a leer.

¿Acaso todos aprendemos igual o se puede aprender diferente?

  • Qué soñabas ser en la vida.

¿Acaso soñabas ser un cantante o soñabas ser un poeta?

Tal vez, a lo largo de la lectura el servidor público puede replantearse los temas de diversidad, inclusión, empatía.

En el mundo real, las personas que opinan desde una zona de confort, pueden ver la niñez como un mundo maravilloso, lleno de bendiciones, regalos, diversión y apetitos satisfechos. Una administración pública con esta percepción, estará limitada en su estrategia y buscará únicamente satisfactores materiales fugaces para este sector de la población, como si los festivales, uno en abril y otro en diciembre, o un juguete y una bolsa de dulces al año, fuera el gran logro alcanzado por el gobierno que nunca jamás habíamos tenido.

Pero Zezé, un niño que juega el papel de personaje central en Mi Planta de Naranja Lima, nos muestra una realidad lejana a la zona de confort. Una realidad en donde la niñez no está libre de presiones financieras ni dramas laborales, una realidad donde la niñez desafortunadamente se convierte en víctima de las frustraciones de los adultos y sus rudezas innecesarias. Esta es otra parte de la realidad que también merece ser atendida, y que no se resuelve con un evento multitudinario.

En este libro, Zezé te estremece cuando te enseña que se debe dividir la pobreza propia con quien todavía es más pobre. Sí, porque el lector puede pensar que dividir la riqueza es muy fácil para cualquiera, sobre todo cuando lo que se reparte es el erario público, pero compartir lo que a ti te ha costado, con alguien más necesitado, en el momento más oportuno, eso sí es de admirarse, aunque no seas un político.

Zezé te cautiva cuando te enseña que el corazón debe ser muy grande para que en él tenga lugar todo lo que a uno le gusta. El lector puede pensar con todo derecho en ampliar su horizonte y abrir el abanico de alternativas para cada una de sus inquietudes, aunque las aspiraciones, aún las intangibles, hoy parezcan los más grandes pecados.

Zezé te hace reír, te hace llorar, te hace pensar, te conmueve cuando con toda su inocencia te enseña que no debes quitarle la ilusión a un niño. El lector puede pensar que hoy, a cualquiera de nosotros, desde un discurso oficial le pueden arrebatar las ilusiones, los sueños, las esperanzas de una vida mejor a través del esfuerzo y la superación personal. ¿O que sientes cuando quieres ejercer un empleo público y te imponen como sueldo una miseria? ¿Qué sientes cuando para un empleo te imponen una convocatoria pública con filtros de selección y alguien más ingresa sin despeinarse ni un poquito? ¿Qué sientes cuando te ponen hasta abajo del organigrama con todo y tus cursos de actualización y la parte superior está ocupada por alguien que no tiene ni la mitad de tu experiencia? ¿Cómo puede funcionar una estructura de personas con ilusiones rotas?

Cabe aclarar que si bien estoy manejando la lectura en una perspectiva útil para la administración pública, desde luego que se puede tener un enfoque estrictamente personal, y en ese sentido, cualquier lector puede notar la nobleza con que el autor del libro expresa sus ideas a través de sus personajes, e indudablemente contribuirá a su desarrollo humano.

Como punto final y con el propósito de reflexionar sobre nuestros orígenes, te comparto que Zezé te deja sin palabras, cuando en un momento de profunda tensión te enseña que nunca, pero nunca debes decir:

“Que desgracia es tener un padre pobre”.

@rubbenrivvera

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