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viernes, abril 19, 2024
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JUAN VARGAS

Quienes vimos “La Ley de Herodes” del director Luis Estrada, identificamos a Juan Vargas como el personaje central de esta historia, ubicada en el México posrevolucionario, durante el periodo del Presidente Miguel Alemán.

Juan Vargas es un militante del Partido oficial, requisito indispensable para ocupar un cargo público con atribuciones de mando, o lo que es lo mismo, requisito para encontrarse del lado correcto de la historia.

Debido a esas inexplicables jugadas del destino, Juan Vargas es designado Presidente Municipal, a pesar de carecer de méritos y talento. Su nombramiento obedece a su mediocridad, a que no toca los extremos de los baños de pureza ni de la avaricia descarada. Es designado tan solo por ser buena gente, es decir, por ser medio p…dejo.

Juan Vargas no entiende ni media palabra de lo que es un marco jurídico, ni tampoco tiene una estrategia para implementar un servicio público. Más aún, no le interesa ponerse al tanto de los asuntos pendientes, ni leer expedientes, ni resolver problemas urgentes. Él prefiere andar en la calle para saber dónde está parado. Al final de cuentas, ¿Qué dificultad puede tener cambiar la Constitución?

Juan Vargas desconoce cómo ejercer su función, cuáles son sus facultades y obligaciones, cómo tender puentes y emitir órdenes, no sabe ni siquiera a quién le debe rendir cuentas. Está completamente desorientado e intenta superar la situación con actitud sumisa y amistosa, pero abandona esta careta en cuanto siente las mieles del poder y descubre la fórmula para acumular dinero.

Ante su falta de ideas, Juan Vargas hace suyo el discurso del Presidente Miguel Alemán. Se inspira en esas palabras para marcar la pauta de gobierno de un pequeño pueblo. Por ese discurso oficialista, Juan Vargas proyecta en su mente obras grandes, algo para que la gente lo recuerde, grandes ideas, que no toman en consideración su pobre presupuesto público.

Juan Vargas es un simulador. Aprende a manipular los hechos con las palabras y se esfuerza por justificar la apremiante realidad con respuestas prefabricadas. No acepta las verdades evidentes y minimiza cualquier argumento en contrario, por muy sólido que éste parezca. Opta por construir una realidad alterna y termina esclavo de sus propias mentiras. Mientras tanto puede darle gusto al cuerpo.

La aberrante transformación de este personaje es totalmente previsible y congruente. ¿Qué se puede esperar de un Presidente Municipal que desconoce cómo se planifican los ingresos y los egresos? ¿Qué se puede esperar de un Presidente Municipal convencido que en su persona se encarnan el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial? ¿Qué se puede esperar de su ejercicio del poder público, sin contar con los elementales contrapesos?

Pues podemos esperar un Juan Vargas intolerante a la crítica de la oposición; ingrato con sus cercanos colaboradores; abusivo en exceso con sus contribuyentes; traidor con sus eventuales aliados; manipulador del discurso y de los hechos; invadido por el ego y la ambición desmedida. Y por ningún motivo imaginaríamos un futuro diputado federal. Afortunadamente para el servicio público, sólo es el personaje de una película.

P.D. Dice Juan Vargas: “A veces uno tiene que hacer cosas que no le gustan, esa es la canija Ley de Herodes”

@rubbenrivvera

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