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viernes, abril 19, 2024
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DANZÓN, LA PASIÓN DE JULIA SOLÓRZANO

Danzón es una destacada película de la década de los noventa dirigida por María Novaro, quien, con gran entusiasmo, se ha encargado de profundizar sobre el “making of” de la historia, dejando en consecuencia, muy poco material para el análisis y los comentarios de los fanáticos del cine mexicano de calidad.

Con locaciones en populares salones de la vida nocturna de la ciudad de México, así como en sitios públicos del centro histórico y los muelles del hermoso puerto de Veracruz; apoyándose en canciones como “Viajera” de Luis Arcaraz y “Amar y Vivir” de Consuelo Velázquez; con referencias simbólicas a la feminidad, a la sensualidad, y al estado anímico de la protagonista; esta película constituye una obra cinematográfica invaluable.

El personaje de Silvia, interpretado por Margarita Isabel, cuenta con una gran facilidad para que se le resbale cualquier incidente incómodo, no se angustia ni se preocupa por pequeñeces, toma la vida con humor, y tiene la habilidad para no engancharse con los conflictos ajenos. Es un termómetro para cada situación, puesto que puede agregar o restar, seriedad o picardía, en cada una de las escenas en que participa. También tiene la capacidad para suavizar ambientes tensos, pronunciando palabras mágicas, o sea, cambia el giro de la naciente discusión diciendo lo que su interlocutor ansía escuchar, algo así como: Sabes que, haz lo que tú me estás diciendo que quieres hacer, justo en este momento. Una fórmula infalible para evitar la polémica y conservar las amistades.

El personaje de Doña Ti, que fue interpretado por Carmen Salinas, es ese rostro duro y amurallado que sólo se explica por el trato recibido por una vida intensa. Es ese personaje directo y claridoso que no se anda por las ramas para poner las cartas sobre la mesa, cuando de atender su negocio se trata. Sin embargo, aligera su carácter y comparte su experiencia personal, fraternizando y solidarizándose cuando se encuentra con una mujer sollozante, afligida y vulnerable. Transforma su dureza en comprensión y su indiferencia en amistad.

El personaje de Rubén, interpretado por Víctor Carpinteiro, es el arribo victorioso de la tentación; es el avance acelerado del misterio en las relaciones interpersonales; es el reto provocador para romper con lo prohibido; es el punto de quiebre de la autocensura; es una combinación extraña entre la energía vital y la ingenuidad social. Un personaje que disfruta la emoción del fugaz momento, que guardará y atesorará la anécdota. Un corazón adolorido que tardará mucho tiempo para entender lo que significa: “No dejó dicho nada”.

El personaje de Carmelo, interpretado por Daniel Rergis, es la imagen madura que transmite confianza y estabilidad. Carmelo es la pareja perfecta e insustituible, es el compañero enigmático de quien se desconoce el presente y el pasado, pero no se necesita conocer más. Es como la otra mitad que coincide con otra persona en lo esencial, que en este caso es el baile, pero no coinciden en lo ordinario, que en este caso es donde viven, donde trabajan, cuál es su estado civil. Carmelo es un completo extraño que, paradójicamente, comparte con Julia excelentes e inolvidables momentos en la pista de baile, con la música de las mejores danzoneras.

El personaje de Susy, interpretada por Tito Vasconcelos, es el aderezo perfecto para fortalecer el interés por la aventura de la protagonista. Es un personaje con alegría y simpatía desbordantes, que, además, se compromete con el asunto, se involucra en la historia, tiene iniciativa y sirve como impulso para abrir un abanico de nuevas opciones en la perspectiva de Julia, de quien se gana con todo mérito, su confianza y su amistad, y de quien admira su gusto por la música, y por supuesto, su gusto por el danzón. Susy es un personaje con dotes de artista, romántica hasta los huesos, y sincera de corazón.

Y Julia Solórzano, interpretado por María Rojo, es un prototipo de mujer madura, sensata y trabajadora. Julia es responsable y de carácter conciliador, y tiene muy claro lo que quiere en la vida, hasta que un vacío la envuelve en la desesperación, y sin pensarlo tanto, emprende la aventura de su vida, en la que se permitirá a sí misma vivir con plenitud, con libertad, y con pasión. Julia pondera el baile, sobre todo el danzón, como una actividad sin la cual no puede explicar su vida y su existencia, pero en esta aventura inesperada, descubre la importancia y el placer de sentirse mujer.

Estos y otros personajes convergen en una historia alejada de la violencia, del abuso, de la desgracia, de la mala vibra en general. Una historia que, sin pretenderlo en lo más mínimo, nos refleja un gran país, en el que la gente trabaja y tiene derecho a divertirse como le plazca. Donde las personas productivas tienen a su alcance el poder elegir su forma predilecta de esparcimiento social. Donde sólo basta ser un ciudadano o ciudadana decente para ser cliente asiduo de un salón de baile, para viajar, para aventurarse, para enamorarse con locura y conocer al amor de tu vida, aunque sólo sea por unos cuántos días.

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